lunes, 3 de febrero de 2014

No hace falta la voz

El libro que hoy nos acompaña está repleto de esos momentos tan intensos que nos ofrecen los que más cerca tenemos. Sus palabras son fundamentales para sentirnos queridos y apreciados. Palabras que nos llenan de paz y alegría en nuestra vida cotidiana.
Los gestos, las miradas, las caricias, los abrazos son esenciales en estas primeras edades para la formación de la personalidad del niño. De este modo nuestra autoestima se verá fortalecida.


Armando Quintero el autor de esta preciosa y tierna historia explica que su abuelo del corazón era un anciano, vecino de su casa de niño, al que él siempre sintió como de la familia. Este personaje le inculcó su pasión por la lectura y, en concreto, hacia estos animales cuando, un día, le explicó lo siguiente:

“Todos los animales tienen los sonidos para llamarse y decirse que se quieren, menos las jirafas. Son mudas. Madre e hija no tienen voz, pero cuentan con otro método efectivo y afectivo para comunicarse: las caricias. Y la pequeña jirafa decide compartir con los otros animales este modo de transmitir sentimientos y emociones.
 

NO HACE FALTA LA VOZ nos transmite este precioso mensaje: “a menudo, no necesitamos las palabras para decir ‘te quiero’ o ‘te amo’, un gesto es mil veces más importante”.



 



 

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